La transición de los jóvenes a la vida adulta se considera un proceso que interviene varios aspectos del desarrollo de la madurez emocional y social, que incluye el inicio de la intensificación de la participación social en la comunidad, toma de decisión con responsabilidades claras y el inicio del proceso de emancipación de la familia, siendo este último el más sensible, por lo tanto es indispensable encaminarlo en conjunto con cada miembro de la familia.

Podemos reconocer que cada día cuenta, cada experiencia suma, en su desarrollo emocional siendo parte del proceso de independencia del joven con discapacidad intelectual, fortaleciendo su autoconfianza, constituyéndose un proceso encaminado a lograr objetivos relacionados con la participación en actividades formativas más allá de la educación obligatoria, la formación en una ocupación, la inclusión laboral, el inicio de la emancipación de la familia, la implicación y participación activa en distintos espacios de la comunidad, y la posibilidad de experimentar relaciones sociales, amorosas y personales satisfactorias.

Las trayectorias individuales que logran experimentar en la transición que llevan a conseguir estos objetivos se construyen fundamentalmente con base en la articulación de apoyos que se ofrecen en servicios escolares y pos escolares tales como centros de capacitación entre otro. Diferentes estudios realizados manifiestan que actualmente la transición a la vida adulta sigue siendo uno de los procesos más complejos a los que se enfrentan los jóvenes con discapacidad intelectual, junto a sus familias.

Cabe mencionar que los padres con actitudes más favorables hacia la madurez emocional, como también hacia el futuro y anhelado trabajo, tienen aspiraciones profesionales más elevadas para sus hijos con discapacidad. Estos padres piensan que sus hijos deben disponer de autonomía para opinar y decidir cómo realizar el trabajo en casa o sus tareas, las oportunidades de promoción y desafíos en la resolución de problemas, dándoles oportunidades a vivir sus propias experiencias.

La vida se va desarrollando con el tiempo por tanto es indispensable trabajarlo dentro de la familia o los entornos más cercanos y también en los contextos escolares, siendo parte del día a día el formar al individuo para la vida independiente, en todos los aspectos.

Es una dimensión fundamental y es un derecho básico, que todas las personas tenemos, “derecho a la autodeterminación” por lo tanto como profesionales y también como familiares deberíamos considerarlo que dentro de nuestros objetivos a trabajar en el contexto de una escuela especial, como una escuela regular, talleres laborales, en el centro de entrenamiento etcétera.

Nos es necesario el otorgar a los jóvenes con discapacidad intelectual, el protagonismo que merecen como centro de los procesos de tránsito; facilitar su plena participación en los procesos dirigidos a la toma de decisiones relacionadas con su trayectoria, su formación ocupacional y posibilitar, sobre todo, los apoyos necesarios e indispensables que puedan permitir al joven construir su proyecto personal de formación.

Lic. en T.O. Marjoriee Gutiérrez Benavides.
Docente del Taller de Costura de la Unidad de Formación Ocupacional.
Centro de Entrenamiento Vocacional
CEVE – FASINARM

Comentarios Facebook