En la última década con los avances digitales los aparatos electrónicos se volvieron un medio de comunicación casi obligatorio. Se cuenta ahora con mayor acceso a los mismos y nuestra vida actual está rodeada de pantallas. Esto se convirtió en un gran beneficio en el año 2020, donde globalmente nos enfrentamos al confinamiento, lo que permitió estar distantes pero conectados.
Los niños no quedan fuera del contexto actual, los celulares o tabletas se convirtieron en los mejores aliados para mantener las clases, observar videos educativos y escuchar sus canciones favoritas, sin embargo, la Academia Americana de Pediatría recomienda no usar pantallas antes de los 18 meses. De 18 a 24 meses uso limitado de contenidos de alta calidad y a partir de los 2 años hasta los 5 años recomienda máximo 1 hora al día del uso de dispositivos.
La recomendación de no usar pantallas viene de la necesidad de exploración que los niños tienen dentro de esas edades, ellos se encuentran conociendo su entorno y requieren la oportunidad y libertad para explorarlo de modo concreto, de esta forma ellos comprenden el mundo que los rodea.
¿Pero qué ocurre cuando los ponemos frente a una pantalla?
Es común que las familias comenten la atención absoluta que los niños le dan a los dispositivos, se quedan frente a la pantalla por periodos largos de tiempo en las cosas que les gustan y pasan con el dedo los contenidos que no les agradan o comunican al adulto cuando estos dejan de ser de su interés, sin embargo, la calidad de las interacciones se reduce, ya que la base del lenguaje se encuentra en una interacción recíproca el adulto ofrece algo al niño como una palabra, un gesto de cariño y el niño responde o al revés, mientras que con la pantalla el niño sólo recibe información pero no necesita devolver, porque el video continúa su curso normal.
En las edades tempranas ellos se enfocan en los colores, sonido y movimiento, no en el contenido visual que observan, por lo que los videos didácticos no ofrecen mayor beneficio. Están diseñados para mantener al niño entretenido en un ciclo sin fin, porque termina el video y de forma seguida viene otro, de modo que la respuesta del cerebro es activar los circuitos de recompensa porque se siente contento que no se acabó y viene más.
Se pierde entonces los momentos valiosos para desarrollar habilidades adaptativas como la tolerancia a la frustración, resolución de problemas, concentración, autocontrol y planeación, porque el cerebro solo recibe información y no ejecuta acción, además de que la vida no va al mismo ritmo del contenido que están acostumbrados a observar llevándolos al aburrimiento o cansancio rápido de los juegos o actividades. Debido a esto los momentos de exploración se reducen y regresan a la pantalla, también aumentan las exigencias por ejemplo cuando no desean comer si no ven su programa o los videos que le gustan.
Pero los efectos de las pantallas no solo se observan en el ámbito cognitivo y conductual sino también en el área fisiológica, la vista sufre por la cercanía de las pantallas, generando mayor riesgo de sufrir problemas visuales en un futuro cercano. Aumenta el sedentarismo y cuando existe una pantalla en la hora de comida ellos solo abren automáticamente la boca por lo que no crean la relación entre lo que van comiendo y la sensación de saciedad en su estómago, lo que más adelante puede crear una mayor tendencia a la obesidad.
Se reducen las interacciones con los adultos y sus pares afectando el desarrollo del área socio emocional, asimismo la comprensión de sus emociones, porque no cuentan con un modelo a seguir y el acompañamiento adecuado para aprender a gestionarlas.
A pesar de las recomendaciones y contraindicaciones de las pantallas en menores de dos años el objetivo de este artículo no es desconocer la realidad que rodea al niño, por lo que se propone un uso responsable del mismo.
Consejos para el uso de pantallas:
● Evitar el uso de dispositivos en hora de comida, si se ha acostumbrado a comer de esta forma, retirarlo gradualmente, primero se le indica que se va a guardar y buscar estrategias como cantarle, hacer sonidos con objetos diarios que tengan alrededor, proponerle juegos. Al inicio lo retiran al final de la comida, luego dos días a la mitad de la comida, tres días después cuando lleven comiendo un cuarto de la comida y tres días más para retirarlo por completo. Estos tiempos son un ejemplo, es importante ir al ritmo del niño, pero será el adulto quien deba marcar el ritmo, ya que estamos cambiando el hábito de alimentación.
● Fomentar la participación de la familia en horas de comida, el comer todos juntos no solo es beneficioso para el desarrollo socioemocional, sino también para aprender a comer nuevos alimentos y favorecer el lenguaje.
● El adulto es el encargado de limitar el uso del dispositivo, pueden ser 5 minutos, indicando el inicio y el final, al terminar retirar el dispositivo y proponer una actividad que le interese para realizar la transición, anticipando una conducta que demuestre la inconformidad de no seguir con el dispositivo.
● Encontrar contenido adecuado, por lo que primero el adulto debe revisarlo antes de presentarlo. Por ejemplo: Little Baby Bum en español, Leoncito Alado, El Reino Infantil, Miss Rosi, entre otras.
● Acompañarlo mientras observa el video, interactuando con su hijo, se pueden imitar acciones, sonidos y hacer preguntas sencillas. Para que la atención no esté solo en la pantalla sino también en el adulto que lo acompaña.
● Priorizar la exploración ofreciendo oportunidades y espacios donde pueda desenvolverse, encontrar diferentes juguetes y objetivos diarios que no representen riesgo.
Mgs. Valentina Torres Proaño
Docente Inicial 1A