En la vida del niño la principal actividad a la que dedica más tiempo es el juego, y lo realiza con mucha energía e ilusión, es una experiencia única.
Los padres somos el principal referente de nuestros hijos durante su infancia y su primer modelo a seguir.

El juego favorece no solo aspectos motrices y cognitivos, sino también lingüísticos y sociales.
Jugando, el niño elabora paulatinamente la realidad, la organiza y le da sentido.

A veces eludimos acompañar a nuestros hijos en sus juegos. Sin embargo, no nos damos cuenta de lo que nos estamos perdiendo, porque jugar significa diversión, donde además de disfrutar, es un ejercicio que realiza el niño para desarrollar diferentes capacidades:

Desarrollo motor: Los niños para jugar se mueven, sin darse cuenta realizan ejercicios que favorecen su coordinación psicomotriz, su motricidad gruesa y fina, les ayuda a mejorar su postura, aumenta su tono muscular, su equilibrio y marcha.

Desarrollo de relaciones afectivas: Mediante el juego, los padres fortalecen el vínculo con sus hijos y mejora las relaciones familiares. Permite que los niños expresen emociones y sentimientos. Les brinda seguridad y les ayuda a desarrollar su autoestima, a superar su egocentrismo y aprender a aceptar puntos de vista diferentes al de ellos.

Desarrollo de habilidades sociales: A través del juego, el niño fomenta y desarrolla habilidades sociales como la cooperación, juegos en equipo y la virtud de compartir con los demás. También les ayuda a explorar su entorno y a desarrollar su curiosidad, entusiasmo, perseverancia y mejorar su atención.

Desarrollo de la creatividad y la imaginación: Los niños aprenden mientras juegan desde que son bebés, explorando, experimentando, creando, descubriendo, solucionando problemas y situaciones de forma imaginativa y lúdica. El juego le da la oportunidad de asumir diferentes roles y personajes de cuentos, superhéroes y oficios de la vida real como ser panadero, médico, peluquero, maestro, policía. *El juego es la base de toda actividad creativa, ya que promueve la imaginación.

Desarrollo del Lenguaje verbal y comprensivo: Para estimular la comprensión y expresión del lenguaje de los niños, será aún más efectiva si las actividades lúdicas se adaptan a los intereses del niño y son compartidas con los familiares y amigos. Los niños aprenden fundamentalmente por imitación, podemos cantar canciones, leerles cuentos, buscar y reconocer a personas o familiares a través de fotografías, tarjetas o dibujos, reproducir sonidos de la vida cotidiana (onomatopeyas) ayudándonos de juguetes, de su esquema corporal y elementos propios de su entorno.

Desarrollo de la integración sensorial y mental: los niños pueden aprender y asimilar nuevos conceptos, significados, habilidades y experiencias; aprenden mediante la discriminación de formas, tamaños, colores, texturas, etc. Por ello podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el juego es un instrumento primordial para la educación.

Los padres también aprenden mientras juegan, porque:

  • Generan momentos mágicos que pueden recordar siempre.
  • Será un gran conocedor de su hijo.
  • Aprenderá a ser más flexible.
  • Mejorará la armonía familiar.
  • Tendrán la mejor arma contra el estrés.
  • Mejorará el dominio de las emociones.
  • Contagiará de energía y vitalidad.

Lo importante no es dedicar varias horas a jugar en familia, ni pensar que para que los niños se diviertan y aprendan tenemos que recurrir a sofisticados o modernos juguetes. A veces, una simple pelota, un juego de adivinanzas o una obra de teatro improvisada nos permitirá aportar grandes y divertidos momentos juntos.

Debemos aprender a disfrutar de las oportunidades y “ratitos” que nos brinda el día, pues cualquier momento es bueno para jugar. Así que, si nos lo proponemos, seguro que nos resultará fácil convertir cada actividad cotidiana (ir de compras, preparar la cena, bañarlos, etc), en un momento lúdico y maravilloso para disfrutarlo con nuestros hijos.

Pedg. Terap. Nancy López
Docente de Inicial 2A

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